lunes, 29 de diciembre de 2008

EL SIGUIENTE BRETTON WOODS

Escrito por Joseph E. Stiglitz

Los costes de no reformar el sistema financiero mundial serían muy elevados.
Las viejas y fallidas recetas del FMI no son ningún remedio para esta crisis.
El mundo está cayendo en una grave desaceleración mundial, probablemente la peor del último cuarto de siglo, quizá incluso la peor desde la Gran Depresión de 1929. Una crisis que, en más de un sentido, es made in USA, fabricada en Estados Unidos.

Estados Unidos exportó sus hipotecas tóxicas al resto del mundo en forma de títulos respaldados por activos.
Exportó su filosofía desreguladora del mercado libre, algo que ahora hasta Alan Greenspan, su sumo sacerdote, admite que fue un error.
Exportó su cultura de irresponsabilidad empresarial y la opaca práctica de las opciones de compra de acciones, que fomentan esa mala contabilidad que, al igual que ocurrió en los escándalos de Enron y Worldcom hace unos pocos años, tan importante ha sido en este descalabro.
Como colofón, EE UU ha exportado su desaceleración económica.

La Administración de Bush ha acabado haciendo lo que todos los economistas le instaban a hacer: inyectar más liquidez en los bancos.
Sin embargo, como siempre, el problema está en los detalles, y puede que el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, haya logrado incluso echar por tierra esta buena idea, ya que parece haber concebido una recapitalización bancaria que no va a producir la reactivación del crédito, algo que no sería nada bueno para la economía.
Más importancia tiene aún que las condiciones impuestas por Paulson a los bancos estadounidenses receptores de capital sean mucho peores que las dictadas por el primer ministro británico Gordon Brown (por no hablar de las que consiguió Warren Buffett cuando proporcionó mucho menos dinero a Goldman Sachs, el banco de inversión más sólido de EE UU).
Los precios de las acciones demuestran que, para los inversores, éste ha sido un acuerdo excelente.
Una de las razones para preocuparse por el mal acuerdo que se ha ofrecido a los contribuyentes estadounidenses es la deuda nacional que se nos viene encima.
Antes incluso de esta crisis financiera, estaba previsto que el endeudamiento de EE UU pasara de 5,7 billones de dólares en 2001 a más de 9 billones este año. Por sí sola, la deuda del presente año se acercará al medio billón, y la del año próximo, al acentuarse la desaceleración en Estados Unidos, será todavía mayor.
El país necesita un gran paquete de medidas de estímulo. Pero los conservadores fiscales de Wall Street (sí, los mismos que nos han conducido a este bajón) ahora pedirán que se modere el déficit (lo cual nos recuerda a Andrew Mellon en la Gran Depresión de 1929).

Podemos decir que la crisis se ha extendido a los mercados emergentes y a los países menosdesarrollados. Por curioso que parezca, Estados Unidos, pese a todos sus problemas, sigue considerándose el lugar más seguro para depositar el dinero.
Supongo que no es muy sorprendente, ya que, con todo, el aval del Gobierno de EE UU tiene más credibilidad que el de un país del Tercer Mundo.
Mientras Estados Unidos rebaña los ahorros del mundo para solucionar sus problemas, las primas de riesgo se disparan y, por todas partes, la renta, el comercio y los precios de las materias primas se hunden.
Los países en vías de desarrollo van a pasarlo mal.
Probablemente algunos vayan a sufrir más que otros: los que ya antes de que arreciara la crisis tenían un considerable déficit comercial, los que debían refinanciar una deuda nacional y los que mantenían vínculos comerciales estrechos con Estados Unidos.
Los países que, como China, no han liberalizado del todo sus mercados financieros y de capital, se congratularán de no haber cedido ante Paulson y el Tesoro estadounidense, que les conminaban a hacerlo.
Muchos están pidiendo ayuda ya al Fondo Monetario Internacional (FMI). Lo que se teme es que, al menos en ciertos casos, el FMI retome sus antiguas y fallidas recetas, basadas en una contracción fiscal y monetaria que no hará más que incrementar la injusticia en el mundo.

Aunque los países desarrollados apliquen políticas estabilizadoras anticíclicas, los que están en vías de desarrollo se verán obligados a tomar otras de carácter desestabilizador que alejarán el capital cuando más lo necesitan.
Hace diez años, en la época de la crisis asiática, se habló mucho de la necesidad de reformar la arquitectura financiera mundial.
Es evidente que se hizo poco, demasiado poco. En esa época, muchos pensaban que lo que de verdad buscaban esos nobles llamamientos era impedir una auténtica reforma: los que se habían beneficiado del sistema anterior sabían que la crisis pasaría y, con ella, las demandas de reforma. No podemos permitir que eso vuelva a ocurrir.

Quizá estemos de nuevo ante una situación como la de Bretton Woods. L
as antiguas instituciones han reconocido que la reforma es necesaria, pero se mueven tan lentas como los glaciares. No hicieron nada por impedir la crisis actual y preocupa que no sean capaces de reaccionar eficazmente ahora que arrecia.
Tuvieron que pasar 15 años y una guerra mundial para que el mundo se reuniera a abordar las debilidades del sistema financiero común que contribuyó a la Gran Depresión de 1929. Esperemos que en esta ocasión no nos cueste tanto tiempo, ya que, dado el grado de interdependencia global, simplemente los costes serían demasiado elevados.

Sin embargo, mientras que el antiguo Bretton Woods lo dominaron Estados Unidos y Gran Bretaña, el panorama global actual es notablemente distinto.
De igual manera, las antiguas instituciones de Bretton Woods acabaron definiéndose a partir de un conjunto de doctrinas económicas que ahora se han revelado fallidas, no sólo en los países en vías de desarrollo, sino en el propio núcleo del capitalismo.
La inminente cumbre mundial, para conducir realmente a la creación de un orden financiero más estable y equitativo, deberá enfrentarse a estas nuevas realidades.

Joseph E. Stiglitz, catedrático de Economía de la Universidad de Columbia y premio Nobel de Economía en 2001, es coautor, junto a Linda Bilmes, de The three trillion dollar war: the true costs of the Iraq conflict. © Project Syndicate, 2008. Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.

viernes, 12 de diciembre de 2008

MIDES ASEGURA POLÍTICAS HACIA LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA EN LOS PRÓXIMOS 20 AÑOS

A través de préstamo del BID.

Mediante un convenio entre el MEF, el MIDES y el BID, el Programa Infamilia asegura el financiamiento de políticas dirigidas a niñas, niños y adolescentes para futuras Administraciones de Gobierno. La línea de crédito cuyo monto alcanza los U$S 200 millones, podrá ser utilizada en los próximos 20 años, con el objetivo de no discontinuar políticas sociales que involucren y beneficien a la infancia y la adolescencia del Uruguay.

Para el Director del Programa Infamilia del MIDES, Julio Bango, se trata de la construcción de un eventual cauce financiero del que, los próximos gobiernos, podrán hacer uso si es que así lo consideran. Agregó que es un camino para asegurar el blindaje de las diferentes políticas que se desarrollen para los niños, niñas y adolescentes del país.

Bango señaló que esta medida, posibilita un canal financiero que acompaña y acompasa la Estrategia Nacional para la Infancia y la Adolescencia / 2010-2030. Explicó que en caso de que los Ejecutivos que se sucederán hasta el 2030, requieran de alguna vía de financiamiento para desarrollar políticas de infancia, ya tienen el camino allanado para hacerlo.

Indicó que este Gobierno,está dejando un cauce programático de las políticas a desarrollar pero, agregó, que también deja un cauce financiero para que soberanamente, cada gobierno electo -si así lo decide- cuente con este crédito.

Bango aclaró que el único destino de estos fondos es el de ser utilizados en políticas sociales para niños y adolescentes entre 0 y 17 años de edad y destacó que no se podrán desviar para otros fines que apunten a dignificar la calidad de vida de los más pequeños.

El Ministro de Economía, Álvaro García, explicó que con este tipo de medidas, se está apuntando hacia las bases que hacen al país. Agregó que este convenio deja las manos libres, si existiera un cambio de orientación, a los futuros mandatarios.

Por su parte, la Ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi, explicó que lo que queda es una puerta abierta para posibilitar que quienes asuman en esa Secretaría de Estado, puedan continuar con la profundización de estrategias en una perspectiva de presente y de futuro. Destacó que la Estrategia Nacional para la Infancia y la Adolescencia, contó con el voto unánime de todos los partidos políticos con representación parlamentaria.

Arismendi valoró el aporte del actual representante del BID ante Uruguay, quien tuvo un rol protagónico, desde su Institución, en la materialización de muchos de los proyectos del MIDES.

El representante del BID ante Uruguay, Juan José Taccone, dijo que la labor de este Ministerio durante este quinquenio, deja para las futuras administraciones, una herramienta de trabajo muy valiosa como es la Estrategia Nacional para la Infancia y la Adolescencia. Añadió que representa un honor para el BID, poder acompañar al país desde el financiamiento y brindarle el apoyo económico que requiere para efectivizar este tipo de programas.

Taccone explicó que el BID le encomendó otro destino, y que a partir del mes de enero, se instalará en Guatemala, país donde podrá desplegar los conocimientos adquiridos en Uruguay en materia de políticas sociales. A modo de ejemplo, explicó que en Guatemala, la tasa de desnutrición entre niños de 0 a 2 años, supera el 60%

lunes, 8 de diciembre de 2008

RESCATAMOS DE BITÁCORA (I)...

Maldita línea política

Por Esteban Valenti (*)

Es pura casualidad. En este número de Bitácora publicamos las palabras de Gerardo Caetano en el homenaje al mayor dirigente que han tenido los comunistas uruguayos y una de las figuras más destacadas del marxismo-leninismo en América Latina: Rodney Arismendi. Y yo voy a hablar de la línea política.

Hablar de línea política en estos tiempos es un anacronismo, casi una maldición. Hoy todo es maniobra, requinte, paso al frente, dos al costado y media vuelta. Todo debe estar contenido en las declaraciones a un canal de televisión y en una operación parlamentaria, en una información que se filtra a la prensa. Todo es efecto, fogonazo y cuanto más incandescente mejor. No todos, pero al menos una buena parte consideran que es el tiempo de la improvisación y las contradicciones y dichos y contra dichos permanentes. Y aparentemente da resultado. Depende. Depende desde donde se mire

La derecha y el centro derecha no tienen ese problema, porque ellos la línea política la tienen cocida en el orillo, ellos se dejan guiar por el olfato y saben que su prioridad absoluta, total y perentoria es sacar a la izquierda del gobierno a como de lugar. No hay muchos matices. Tres discursos, tres viandazos. Aunque sean de niveles diferentes. Si llueve, si no llueve, si los precios internacionales están altos, si hay crisis global y mundial, es siempre culpa del gobierno.

Para la izquierda es diferente. Es la primera vez que estamos gobernando el país y ocho intendencias, nos encontramos con la sorpresa que supimos hacer las cosas mucho, pero mucho mejor de lo que todos esperaban. Aquí en Uruguay, en la región y en el exterior. Los problemas que tenemos derivan más de nuestras impaciencias y exigencias que de nuestros errores. Aunque también los tuvimos. Pero, comparativamente con la gran marcha de la nave nacional, son olitas. Frente a esto tenemos que definir una estrategia, los pasos tácticos, un discurso y la forma de comunicarlo para seguir gobernando otros cinco años más. Ah...y necesitamos elegir nuestros candidatos.

Todo eso junto, si además tiene una proyección de futuro, si contiene una clara definición de la composición del bloque social que deberá dar continuidad y profundidad a los cambios, y le incorporamos la necesaria elaboración de ideas, de nuevas experiencias en muchos sectores de la acción política, económica, social, cultural, educativa, eso es tener una línea política. ¡Horror! Volvemos al pasado.

Para ello hay que analizar la correlación de fuerzas a nivel nacional, en todos los planos, hay que incorporar el estado de nuestras fuerzas. No cuantos ministerios tenemos, o cuantos cargos queremos, sino algo más complejo y profundo: como está la fuerza política en su conjunto, el FA, como es el estado de ánimo de nuestra gente, como nos ven los uruguayos. Elaborar una línea política no es tarea de laboratorio, es la expresión concentrada de la experiencia política acumulada por la izquierda.

Las estrategias pueden tener muchos nombres: acumulación de fuerzas por ejemplo, pero lo esencial no es el mote, es su contenido, su agudeza, su capacidad de interpretar las tendencias profundas de la sociedad en su conjunto y de los sectores populares en particular.

¿Hoy en la izquierda tenemos una línea política? El gobierno sabe lo que quiere y lo demuestra. En las grandes líneas se ha propuesto una serie de objetivos y trabaja en esa dirección y avanza. Y la gente lo percibe y lo apoya mayoritariamente.

¿Todo anda perfecto? No, ni nadie pretende eso. Es irreal. Va en la dirección justa y con coherencia y constancia y con alguien que conduce el proceso: Tabaré Vázquez. Si el gobierno anduviera mal, toda nuestra línea política se vendría al suelo estrepitosamente. Tenemos medio camino hecho.

Lo que no tenemos es el resto. No tenemos iniciativa en las propuestas hacia el futuro; no logramos transformar el programa y las ideas fuerza en el centro de la agenda nacional. ¿Por culpa del ingenio e inteligencia de nuestros adversarios? ¿Por la maquinación de los medios? No, por nosotros, por nuestra tenacidad en escribir un manual de lo que se debe hacer para perder las elecciones.

Todo el escenario está ocupado por un solo y absoluto tema: quien será el candidato a presidente, ni siquiera ya importa la fórmula, solo un nombre. Y se sabe un nombre representa mucho, no somos ni queremos ser un ejército de hormigas prolijas y grises donde nadie se destaca. Eso no es historia, eso no es política, eso no es nada. Pero cuando un tema desplaza a codazos, a declaraciones una más contradictoria que la otra, a cambios bruscos de todo tipo todo el resto de una línea política, la consecuencia es simple y catastrófica: se pierde, se retrocede, se des acumula. Incluso el clima de desbunde es tal que si alguien de la izquierda se le ocurre lanzar una serie de propuestas, son devoradas por el desorden general y la danza de los nombres.

Tomemos un ejemplo del desbunde, para no concentrarnos siempre en lo mismo. En el parlamento el FA en su conjunto decide aprobar la ley de educación, donde por primera vez en la historia nacional se da participación a docentes, padres y alumnos en instancias de gobierno y de decisión. Lo declara asunto político. Una diputada del Partido Comunista en un hecho sin precedentes decide votar en contra. Argumentando que es un tema de principios.

Yo le recomendaría a esa compañera y a todo ese partido actual que releyera con un mínimo de atención todo lo que el PCU elaboró durante décadas, a nivel de su visión sobre la educación, la pedagogía, las supra estructuras y además en lo que tiene que ver con la relación entre el partido y el Frente Amplio. En particular releyeran a Rodney Arismendi. No encontrarán un sólo renglón para justificar esa actitud y sobre todo la visión corporativa que hoy tienen de la enseñanza. Cambia, todo cambia...pero a cosas que han cambiado demasiado, se les fue la moto. Una última preguntita: ¿en Cuba hay autonomía y cogobierno?

Avanzar, conseguir avances sucesivos, acumular fuerzas y siempre desplegar una batalla ideológica y cultural es parte esencial de una línea. Ahora, con gestos teatrales suplantamos la línea política. Y eso lo pagamos todos.

¿Qué pasa si a cada sector del FA se le ocurre declararse en rebeldía y no aceptar una resolución de la bancada sobre muchos de los temas en debate? ¿Por ejemplo la reforma fiscal en su momento? ¿O la reforma de la salud? ¿O la segunda playa de contenedores? ¿Que queda del FA, como realidad política, como imagen ante la gente y como línea maestra de acción? Poco, muy poco.

Todos los partidos y grupos que integran el FA, todos los independientes que nos sentimos antes que nada frenteamplistas, no seríamos políticamente casi nada sin esa trabajosa y delicada construcción que resume nuestra historia de unidad, de debates, de acuerdos y desencuentros resueltos con un sentido de nación y de izquierda que siempre hemos reivindicado. No somos casi nada. Y el que se crea lo contrario y considere que es capaz de vivir a la intemperie, que mire otros ejemplos...

Si alguien se quiere suicidar, quiere terminar con su organización política sectorial porque considera que ha terminado su vigencia histórica, tiene todo su derecho. Si decide cambiarla por algunos cargos, también. Hay algunos que dan señales en esa dirección. En el FA han nacido y desaparecido varias organizaciones a lo largo de su historia. Todos tienen ese derecho, lo que no podemos permitirle a nadie es que comprometa el esfuerzo de todos, el destino de nuestra gente y nos deje a los uruguayos a merced de blancos y colorados y de un futuro de nuevos fracasos.

Lo que nadie nos puede obligar es que confundamos una línea política, una estrategia con una enorme zanahoria que nos lleva directamente al precipicio. Discutamos en serio, como lo hicieron los sindicalistas, no porque llegaron a una lista única, sino porque demostraron tener claras las prioridades, y ese es el comienzo de cualquier línea política.

(*) Periodista, escritor, coordinador de Bitácora. Uruguay.

domingo, 7 de diciembre de 2008

EL SISTEMA DE SALUD ES OTRO COMPONENTE DE LAS REFORMAS SOCIALES IMPULSADAS POR EL GOBIERNO

Daniel Olesker

Por su carácter conductor, universal y que vincula el aporte personal con el beneficio final, la Reforma del Sistema de la Salud es un eslabón más dentro de las reformas sociales impulsadas por el Gobierno. Así destacó los principales puntos de esta reforma el Director de Secretaría del MSP, Daniel Olesker. También informó sobre los números, estadísticas y resultados que confirman la universalidad del sistema.

El Director General de Secretaria del Ministerio de Salud Pública, Daniel Olesker destacó el importante vínculo de la Reforma de la Salud y el resto de las políticas sociales. En general, se presenta a la Reforma de la Salud como un componente más de la Reforma Social del Gobierno, dijo Olesker. Tanto por los criterios que tiene como por la distribución consensuada de los costos, es decir, los gastos que las políticas sociales deben dar, deben estar compartidos dentro del conjunto de las políticas sociales.

Por lo tanto, en relación con la Reforma de Salud como componente del Plan de Equidad, Olesker se refirió a los criterios comunes que han tenido los distintos componentes de la Reforma Social y que de alguna manera define el perfil del Gobierno en la materia social. Para el Director, cada uno de ellos se puede ver en oposición al diseño de la Reforma Social de los 90.

En primer lugar, se refirió a la decisión de la conducción del Estado, en lo que se denomina el “nuevo Estado de bienestar”. No hay una reforma social sin un Estado que la conduzca, que la organice, que defina en la orientación de la Reforma Social, sostuvo.

Olesker entiende que la participación estatal en el proceso socioeconómico es clave, pues el Estado es quién representa los intereses globales de la sociedad y por lo tanto, es quien posee la capacidad de decidir por encima de los diferentes grupos sociales que tienen sus propias demandas en materia de Reforma social.

En segundo lugar, señaló el carácter universalista del acceso. En este sentido, dijo que las políticas universales y sobretodo, cuando se intentan llevar adelante sobre un punto de partida de destrucción total del entramado social, deben fijar prioridades y escalones en ese proceso de universalización. Asimismo, indicó que su carácter universal no debe quedar en el camino. Y agregó que tanto la reforma educativa cono la sanitaria en especial, muestran ese punto.

El tercer componente: una clave para que una política social sea progresiva, socializante en términos del acceso, es que el vínculo entre el aporte de la persona y el beneficio que recibe se corte. Si toda política social, enfatizó, se sustenta en una relación directa entre lo que aporta la persona y lo que recibe, es una política social excluyente por definición.

Salvo que en esa sociedad, casualmente, hubiera una distribución igualitaria del ingreso. Si esto no es así, eso se quiebra la relación y por ende tiene que existir dos. Es decir, toda política social, debe tener dos eslabones separados, uno por el que se aporta, y otro por el que se recibe el derecho y debe estar estrictamente separados. Por tanto, lo monetario no los debe vincular. El rol del Estado es, justamente, hacer que el vinculo monetario entre lo que aportan unos y lo que reciben otros sean los eslabones que estén unidos.

En cuarto lugar, Olesker habló sobre el incremento presupuestal. Esto quiere decir que si se toman dos ítems, ANEP y Universidad por un lado, como educación y ASSE y FONASA como salud, es decir, lo que da el prestador público, y el subsidio fiscal al fondo. En 2004, esos cuatro ítems representaban 17 mil millones de pesos en precios corrientes del 2004. Representarán en 2009, con la Rendición aprobada -y además, con lo ya declarado por el Gobierno sobre la idea que los gastos sociales no se tocan- 41 mil millones de pesos.

Cuando uno analiza los resultados a los que lleva una política social, debe conocer cuál fue el punto de partida. La gran inequidad económica que había en el punto de partida, como en ASSE y los Servicios de Salud del Estado, tenían un promedio de 14 dólares mensuales por persona, los Servicios de Sanidad Militar y Policial 17, las IAMC 36, y los servicios privados no regulados desde el punto de vista económico y comercial, 73 dólares por mes y por persona.

También, están los dos subsistemas, dijo Olesker, el publico para pobres y el resto de la población en privados, fragmentados, inequitativo, con un modelo de atención hospitalaria o céntrico y una debilidad total en la función de rectoría. Además, no había participación en ningún nivel, subrayó.

Por otro lado, habló sobre otros aspectos, como la población envejecida, con índices crecientes de población y exclusión social, el deterioro de las formas de participación, de débil gestión, poco profesionalismo y el multiempleo.

Y además, una Seguridad Social que solo comprendía a los trabajadores privados y tenía beneficios para mujeres embarazadas y menores de un año. Para actuar sobre ese esquema de gestión, débil en el modelo de atención hospital o céntrico y de modelo de financiamiento y gasto inequitativo, se creó un sistema, que no es lo mismo que modificar un sistema existente, sostuvo. El Jerarca precisó que para contar con un sistema, tiene que crearse la posibilidad de optar por distintos prestadores. En el caso de Uruguay, recordó, no había esa opción.

Olesker manifestó que se avanzó en mayor medida sobre los cambios de la Reforma del financiamiento. Primero, aseveró, se buscó un cambio en el modelo de atención, a través de un proceso basado en una estrategia de atención primaria en salud, promoción y prevención, recuperación y rehabilitación.

El Jerarca del MSP expresó que esto no es solo un discurso, porque está dentro de la prioridad de los sistemas de salud uruguayos desde el año 1979. Sin embargo, nunca se habían realizado acciones para ello. En este Gobierno, enfatizó, se incorporaron metas asistenciales que se pagan en función del cumplimiento de objetivos del primer nivel de atención.

Asimismo, se incorporaron metas asistenciales de pago, según el número de recursos humanos que para el primer nivel de atención poseen las instituciones. Olesker refirió que esto significa que, si no llegan a tener médicos, ginecólogos y pediatras cada mil afiliados en un número determinado por la Junta Nacional de Salud, no cobran un plus.

Otro cambio es que hasta el año 2004, el eje de la atención se basaba en las prestaciones. Porque un modelo basado en la enfermedad, se basa en prestaciones, dijo. Y agregó que un modelo basado en la prevención y promoción debe fijarse sobre la base de programas colectivos de Salud Pública.

Estos programas, que eran obligatorios en sentido genérico, pasaron a ser obligatorios en sentido práctico. Además, los programas pasaron a ser parte del contrato firmado por las instituciones. Un sistema que integra instituciones debe tener una dialéctica de complementación y competencia adecuada, indicó.

Esto es así, relató a la audiencia, porque al incorporar cientos de miles de personas a la Seguridad Social, generó una gran tentación y por la vía de los hechos, muchas instituciones ingresaron en ese terreno de la competencia por los afiliados. En referencia a este punto, Olesker dijo que se privilegiaron los convenios de complementación.

Cuando una institución solicita la habilitación de un nuevo servicio, observó, debe presentar junto a la habilitación un proyecto, por el cual todos los prestadores de la zona donde trabaja van a ser parte de ese proyecto. Esto fue muy resistido por las instituciones, dijo Olesker.

En cuanto a los contratos de gestión, manifestó que la Ley habilitaba a la JUNASA para la firma de contratos de gestión con las instituciones con dos objetivos: el cumplimiento de las obligaciones de la Ley, y también la orientación al cambio en el modelo de atención y de gestión.

De hecho, destacó, en los contratos de gestión firmados se incluyen cosas, como por ejemplo, un mínimo de personas a registrarse por el prestador, porque al ser por la Seguridad Social, si una persona no usa el sistema, puede ocurrir que se registre y pasen años en las que no haya un contacto con el prestador.

En este sentido, el MSP exige a los prestadores que haya un porcentaje mínimo de personas registradas, de manera que los vayan a buscar para generar esos procesos de promoción y prevención. La participación de la comunidad es otro eje fundamental del sistema.

Asimismo, Olesker se refirió al Seguro de Salud, que se propuso como Fondo Nacional de Salud. Explicó los motivos por los cuales se decidió que estuviera dentro de la Seguridad Social. El primer motivo, fue porque no había IRPF en el Uruguay, o sea, había que esperar que en el IRPF se incluyera una alícuota de salud. Esto hacía muy trabajoso y desgastante el proceso de conformación del seguro.

Por otro lado, Uruguay ya tenía un seguro de salud -lo que se llamaba seguro de enfermedad, que era el viejo DISSE-, que para Olesker era un embrión muy importante. Tenía tres características muy importantes: la primera, que ya se aportaba por ingresos; la segunda, que ya se tenía una cobertura integral y la tercera, que era creíble.

En el 2002, en plena crisis la morosidad de los afiliados individuales de las mutuales subió un 30% y la morosidad de los afiliados DISSE fue cero. Esto quiere decir que no se dejó de pagar ni un mes. Esto también quiere decir que había credibilidad. Es por esto que se optó por este camino. La seguridad social garantizó, desde el punto de vista de su infraestructura, el funcionamiento del Fondo Nacional de Salud.

Recordó también que en el anterior sistema –DISSE- las cuotas eran de 900 pesos la de activos y solo 100 pesos más la de pasivos. Acá estamos hablando de diferencias de cinco a uno, de seis a uno, incluso de siete a uno, en algún caso, relató Olesker.

Este esquema es clave, prosiguió, porque toma como base la separación entre quién aporta y quien recibe. Esto ocurre así porque el usuario aporta según su ingreso, o porque el Fondo le paga cápitas ajustadas por edad y sexo a la institución. Aunque aclaró que todavía quedan algunos pagos que las personas hacen directamente a las instituciones, pero aún en menor grado.

Se eliminó el dinero, y se dejó la relación entre el prestador y el usuario básicamente en el ámbito asistencial. Ahora el usuario elegirá, no porque la mutualista sea más cara o más barata, porque no existe el más caro mas barato -salvo en la modalidad de copagos, recordó-.

Porque ahora no hay cuota, las personas eligen en función de su aporte a la seguridad social. En esta redistribución de recursos, Olesker destacó que también hay una redistribución entre Montevideo y el interior. Obviamente, no es por el diseño de la reforma, aclaró, sino porque en el interior se gana menos que en Montevideo.

Cuando se presentó el proyecto de Reforma de la Salud a la Federación Médica del Interior, esta institución planteó que los fondos del FONASA del interior iban a ser menores. Con esta medida, son 25 millones de dólares anuales de transferencia que Montevideo aporta al interior, solo por el efecto del diferencial de ingresos, informó.

Esto garantiza a los usuarios del interior el principio de equidad para el acceso a las prestaciones. La cuota por edad y sexo tiene un plus, observó. La cuota promedio, que son unos 900 pesos y este plus son 70 pesos, para tres programas de atención. Un programa vinculado a la salud del niño hasta los 14 meses, uno a la salud de la mujer y un tercer componente que es el estimulo a la contratación de recursos humanos médicos en el primer nivel de atención.

Hasta el momento, se trabajaba en la construcción de estos componentes y cobraban todas estas metas, hasta hoy. A partir de enero del 2009, solo van a cobrar aquellos que efectivamente cumplan adecuadamente estas metas, subrayó.

Otro componente destacado del seguro, además de su diseño financiero y de pago, es su gobierno. Olesker dijo que el seguro está gobernando, según la propia Ley, por una Junta Nacional de Salud, órgano perteneciente al Ministerio de Salud Pública y que es una unidad ejecutora. Por Ley, esta Junta se integra con cuatro miembros del Poder Ejecutivo, los tres organismos públicos que están involucrados en el diseño del Seguro: Economía, Salud Pública, BPS; y además, tres representantes sociales, uno por los prestadores, un representante de los trabajadores y un representante de los usuarios.

La función más relevante de esta Junta es suscribir con los prestadores los contratos de gestión. En cuanto a los resultados políticos de la Reforma, Olesker enumeró las diez diferencias entre el viejo DISSE y el nuevo FONASA. La primera diferencia, es que transforma dos subsistemas fragmentados sin conexión inequitativos y sin vínculos de complementariedad a un sistema único integrado de salud. La segunda diferencia, es que de un viejo DISSE, que tenía los trabajadores privados, se crea un Seguro Nacional que por definición incluye a toda la población. La tercera diferencia es que aquello que era un derecho de los trabajadores, ahora se extiende a toda la familia con dos etapas, los hijos inmediatamente en el 2008 y los cónyuges a partir del 2010.

El viejo DISSE solo permitía elegir un prestador privado, rememoró el Director Olesker. Ahora, se puede elegir un prestador privado, uno social o un prestador público.

Esta Ley permite la libre elección entre público y privado a los nuevos ingresados desde la aprobación de la Ley. A partir de agosto del 2007, los que estaban en el sistema DISSE, previamente privados, si aún pretenden cambiar de prestador, pueden ingresar al sistema ASSE, pro todavía los demás están en el sistema sin movilidad que la Ley prevé en el Articulo 41, a reglamentar posteriormente.

El viejo DISSE pagaba una cuota única, pero ahora se paga una cuota ajustada por edad y sexo. Los pagos por DISSE no incluían estímulos al cambio de modelo de atención y a la orientación del gasto, ahora sí, afirmó Daniel Olesker. Hoy hay un 7%, pero cree que una razonable equivalencia es 80% de pago por riesgo, y 20% de pago por metas. Esto significa que se aspira a alcanzar esta relación cuando la Reforma se vaya completando.

Para este cometido, se estimula a través del pago por metas y una que está claramente definida, es la formación profesional continua de los integrantes de la salud. El objetivo para el Director, es alcanzar un 20% de manera que el pago por metas sea efectivamente un orientador del gasto y sea fuertemente impactante en las finanzas institucionales, cuando éstas no cumplen las metas.

En el régimen anterior, recordó, se perdía la cobertura cuando uno dejaba ser activo y pasaba a ser pasivo. Ahora ya no, porque el seguro de salud es un seguro de por vida. Tampoco había contralor, pero ahora hay una política de rectoría.

También está encaminada una reestructura de la DIGESA, quien tiene la función de gestoría, por la cual los inspectores pasan a ser inspectores en régimen de dedicación con incompatibilidades, que es una dedicación exclusiva, en el sentido, que no se pueden hacer cosas que ya están previamente establecidas, porque son incompatibles con la función de inspección. Para Olesker, significa que todo el sector inspectivo se reúne en una sola división que se llama fiscalización. Eso ya está aprobado por decreto por el Consejo de Ministros, recordó.

Tampoco existía un marco taxativo de cuales eran los programas y prestaciones obligatorias.

Ahora sí, el llamado PIAS, que es un catálogo de prestaciones de 144 páginas. También están los programas obligatorios que tampoco existían antes. Otro punto que destacó el Director es que ahora existe la participación social en la conducción.

La población con prestación integral ASSE y IAMC seguro privado, hoy ocupa el 95% de la población y el resto está en sanidad militar y policial, por lo cuál el 100% de la población, tiene cobertura integral de salud.

Para Olesker, lo más interesante del nuevo sistema es la cantidad de nuevos usuarios que ingresaron al sistema. Sobre las nuevas incorporaciones, si se toma solo el año 2008, se observan 180.584 personas que no estaban registradas ni en un seguro, ni en un IAMC ni en ASSE y ahora si lo están. O sea que las IAMC recibieron solo en 8 meses, casi 300 mil nuevos usuarios de los cuales, 120 mil provienen de traslados de personas que estaban registradas en ASSE y a partir de su derecho en FONASA, eligieron prestador privado, acotó. Olesker. Dijo que 180 mil usuarios provinieron de sectores que no tenían cobertura integral.

También se trasladaron usuarios individuales y colectivos a la Seguridad Social. Entre diciembre del 2006 y junio 2008, el mutualismo recibió 326 mil afiliaciones nuevas en casi dos años, pero perdió 180 mil afiliados que pagaban del bolsillo, 100 mil individuales y casi 80 mil colectivos e ingresaron 520 mil nuevos afiliados de la Seguridad Social.

Básicamente, trabajadores privados que obtuvieron empleo, trabajadores públicos que ingresaron por la primera ley y sobretodo, menores de 18 años, o discapacitados sin límite de edad.

El decreto de espera que controla DIGESA, ha dado resultados satisfactorios, informó Olesker. En cuanto a los acuerdos de complementación, dijo que ya existe una veintena de acuerdos de complementación firmados. Aclaró que complementación no es venta de servicios. Se están priorizando los acuerdos de complementación, sobretodo en el primer nivel de atención en las ciudades del interior, que no son capitales departamentales.

Finalmente, Olesker dijo que esta Reforma tiene sentido si el modelo de atención y de gestión cambia. El financiamiento es un instrumento para que cambie el modelo de atención y de gestión, sostuvo. El modelo de financiamiento es un instrumento para que el modelo de atención y de gestión se modifique, aunque sostuvo que no por ser el prioritario es cronológicamente primero, ya que es el que crea el marco institucional para impulsar los demás cambios.

Entonces, prosiguió, que el modelo continúe en cambio sobre el modelo de financiamiento en su implementación, mucho más que los otros, es lógico, porque era la cronología necesaria para poner el sistema en condiciones de modificar el modelo de atención y de gestión.

El instrumento adecuado, para Olesker, son los contratos de gestión, ya no para que cambie el modelo de financiamiento dado, que ya se modificó, sino para que los cambios en el modelo de atención y de gestión se procesen. Actualmente hay un millón cuatrocientas treinta mil personas, de esa cifra cuatrocientos cuarenta mil son menores de dieciocho años, el resto son setenta mil jubilados y el resto son trabajadores privados y públicos, indicó.

La Ley prevé que a partir del 2010, los cónyuges ingresan hasta el año 2013, que los profesionales y que todos aquellos que tienen renta del trabajo, pero no en relación de dependencia, ingresen en enero del 2011.

En otro orden, al comienzo de este Gobierno, los servicios de salud del Estado tenian un presupuesto de 5 mil millones de pesos cuando se llegó al gobierno. Hoy está en 12 mil, lo que tuvo un gran impacto de ASSE. El aumento de trabajadores privados activos tiene un componente, que son los trabajadores públicos, todos los demás, son trabajadores privados que consiguieron empleo o que se formalizaron.

Pasaron de 500 mil a 900 mil y los públicos son 120 mil o sea, que el resto que queda para llegar de los 500 mil, a los 900, son trabajadores privados. También destacó el aumento de los pasivos, ya sea por la política de reducción de ticket acordada en el contrato, como por la ampliación de la cobertura a jubilados patrones que antes no estaban. Las 50 mil personas que venían hasta agosto del 2007, era sin patrones y con un sustitutivo de ticket muy pequeño que se amplió y a esto, hay que sumar a partir de enero los activos que se jubilan y quedan en el sistema. El impacto en materia de salarios tampoco es menor.

El gasto por usuario pasó de 280 pesos a casi 750 pesos del gasto por usuario y por mes. Olesker explicó que, si comenzó el sistema en una relación entre el mutualismo y ASSE de tres por uno, hoy se está en una relación de uno punto dos, a uno. Esto quiere decir que ASSE era el 35% del gasto mutual y hoy es el 90%.

Si hoy se incluyeran a todos los de ASSE en FONASA, el millón doscientos mil usuarios que no son contributivos, y se le otorga lo que Rentas Generales les aporta y además, se observa cuánto falta para que todas esas personas estén ajustados por capitas por edad y por sexo.

En el 2005 se hizo esa cuenta, relato Olesker: que el costo era cuatrocientos setenta y cinco millones de dólares, mientras que ahora costaría sesenta y cinco millones de dólares. O sea que en el segundo gobierno, se está en la puerta de “fonasear” a los usuarios de ASSE, si esta reforma continúa.

Los precios constantes de las IAMC, en materia de ingresos y egresos, creció notoriamente. De marzo de 2005 a julio de 2008, mantuvieron el alza, pero obtuvieron un resultado operativo de quince mil millones de pesos, tanto las IAMC de Montevideo y el CASMU.

Asimismo, se notó una baja del ingreso por afiliado, lo que demuestra que se está mejorando el nivel de atención y prestacional con menos costos, lo que para Olesker se resume en mayor eficiencia dentro del sistema. Lo mismo para el interior, donde el superávit es sustancialmente superior, pues se habla de casi 7% de sus ingresos promedio para las IAMC del interior, concluyó.