lunes, 8 de diciembre de 2008

RESCATAMOS DE BITÁCORA (I)...

Maldita línea política

Por Esteban Valenti (*)

Es pura casualidad. En este número de Bitácora publicamos las palabras de Gerardo Caetano en el homenaje al mayor dirigente que han tenido los comunistas uruguayos y una de las figuras más destacadas del marxismo-leninismo en América Latina: Rodney Arismendi. Y yo voy a hablar de la línea política.

Hablar de línea política en estos tiempos es un anacronismo, casi una maldición. Hoy todo es maniobra, requinte, paso al frente, dos al costado y media vuelta. Todo debe estar contenido en las declaraciones a un canal de televisión y en una operación parlamentaria, en una información que se filtra a la prensa. Todo es efecto, fogonazo y cuanto más incandescente mejor. No todos, pero al menos una buena parte consideran que es el tiempo de la improvisación y las contradicciones y dichos y contra dichos permanentes. Y aparentemente da resultado. Depende. Depende desde donde se mire

La derecha y el centro derecha no tienen ese problema, porque ellos la línea política la tienen cocida en el orillo, ellos se dejan guiar por el olfato y saben que su prioridad absoluta, total y perentoria es sacar a la izquierda del gobierno a como de lugar. No hay muchos matices. Tres discursos, tres viandazos. Aunque sean de niveles diferentes. Si llueve, si no llueve, si los precios internacionales están altos, si hay crisis global y mundial, es siempre culpa del gobierno.

Para la izquierda es diferente. Es la primera vez que estamos gobernando el país y ocho intendencias, nos encontramos con la sorpresa que supimos hacer las cosas mucho, pero mucho mejor de lo que todos esperaban. Aquí en Uruguay, en la región y en el exterior. Los problemas que tenemos derivan más de nuestras impaciencias y exigencias que de nuestros errores. Aunque también los tuvimos. Pero, comparativamente con la gran marcha de la nave nacional, son olitas. Frente a esto tenemos que definir una estrategia, los pasos tácticos, un discurso y la forma de comunicarlo para seguir gobernando otros cinco años más. Ah...y necesitamos elegir nuestros candidatos.

Todo eso junto, si además tiene una proyección de futuro, si contiene una clara definición de la composición del bloque social que deberá dar continuidad y profundidad a los cambios, y le incorporamos la necesaria elaboración de ideas, de nuevas experiencias en muchos sectores de la acción política, económica, social, cultural, educativa, eso es tener una línea política. ¡Horror! Volvemos al pasado.

Para ello hay que analizar la correlación de fuerzas a nivel nacional, en todos los planos, hay que incorporar el estado de nuestras fuerzas. No cuantos ministerios tenemos, o cuantos cargos queremos, sino algo más complejo y profundo: como está la fuerza política en su conjunto, el FA, como es el estado de ánimo de nuestra gente, como nos ven los uruguayos. Elaborar una línea política no es tarea de laboratorio, es la expresión concentrada de la experiencia política acumulada por la izquierda.

Las estrategias pueden tener muchos nombres: acumulación de fuerzas por ejemplo, pero lo esencial no es el mote, es su contenido, su agudeza, su capacidad de interpretar las tendencias profundas de la sociedad en su conjunto y de los sectores populares en particular.

¿Hoy en la izquierda tenemos una línea política? El gobierno sabe lo que quiere y lo demuestra. En las grandes líneas se ha propuesto una serie de objetivos y trabaja en esa dirección y avanza. Y la gente lo percibe y lo apoya mayoritariamente.

¿Todo anda perfecto? No, ni nadie pretende eso. Es irreal. Va en la dirección justa y con coherencia y constancia y con alguien que conduce el proceso: Tabaré Vázquez. Si el gobierno anduviera mal, toda nuestra línea política se vendría al suelo estrepitosamente. Tenemos medio camino hecho.

Lo que no tenemos es el resto. No tenemos iniciativa en las propuestas hacia el futuro; no logramos transformar el programa y las ideas fuerza en el centro de la agenda nacional. ¿Por culpa del ingenio e inteligencia de nuestros adversarios? ¿Por la maquinación de los medios? No, por nosotros, por nuestra tenacidad en escribir un manual de lo que se debe hacer para perder las elecciones.

Todo el escenario está ocupado por un solo y absoluto tema: quien será el candidato a presidente, ni siquiera ya importa la fórmula, solo un nombre. Y se sabe un nombre representa mucho, no somos ni queremos ser un ejército de hormigas prolijas y grises donde nadie se destaca. Eso no es historia, eso no es política, eso no es nada. Pero cuando un tema desplaza a codazos, a declaraciones una más contradictoria que la otra, a cambios bruscos de todo tipo todo el resto de una línea política, la consecuencia es simple y catastrófica: se pierde, se retrocede, se des acumula. Incluso el clima de desbunde es tal que si alguien de la izquierda se le ocurre lanzar una serie de propuestas, son devoradas por el desorden general y la danza de los nombres.

Tomemos un ejemplo del desbunde, para no concentrarnos siempre en lo mismo. En el parlamento el FA en su conjunto decide aprobar la ley de educación, donde por primera vez en la historia nacional se da participación a docentes, padres y alumnos en instancias de gobierno y de decisión. Lo declara asunto político. Una diputada del Partido Comunista en un hecho sin precedentes decide votar en contra. Argumentando que es un tema de principios.

Yo le recomendaría a esa compañera y a todo ese partido actual que releyera con un mínimo de atención todo lo que el PCU elaboró durante décadas, a nivel de su visión sobre la educación, la pedagogía, las supra estructuras y además en lo que tiene que ver con la relación entre el partido y el Frente Amplio. En particular releyeran a Rodney Arismendi. No encontrarán un sólo renglón para justificar esa actitud y sobre todo la visión corporativa que hoy tienen de la enseñanza. Cambia, todo cambia...pero a cosas que han cambiado demasiado, se les fue la moto. Una última preguntita: ¿en Cuba hay autonomía y cogobierno?

Avanzar, conseguir avances sucesivos, acumular fuerzas y siempre desplegar una batalla ideológica y cultural es parte esencial de una línea. Ahora, con gestos teatrales suplantamos la línea política. Y eso lo pagamos todos.

¿Qué pasa si a cada sector del FA se le ocurre declararse en rebeldía y no aceptar una resolución de la bancada sobre muchos de los temas en debate? ¿Por ejemplo la reforma fiscal en su momento? ¿O la reforma de la salud? ¿O la segunda playa de contenedores? ¿Que queda del FA, como realidad política, como imagen ante la gente y como línea maestra de acción? Poco, muy poco.

Todos los partidos y grupos que integran el FA, todos los independientes que nos sentimos antes que nada frenteamplistas, no seríamos políticamente casi nada sin esa trabajosa y delicada construcción que resume nuestra historia de unidad, de debates, de acuerdos y desencuentros resueltos con un sentido de nación y de izquierda que siempre hemos reivindicado. No somos casi nada. Y el que se crea lo contrario y considere que es capaz de vivir a la intemperie, que mire otros ejemplos...

Si alguien se quiere suicidar, quiere terminar con su organización política sectorial porque considera que ha terminado su vigencia histórica, tiene todo su derecho. Si decide cambiarla por algunos cargos, también. Hay algunos que dan señales en esa dirección. En el FA han nacido y desaparecido varias organizaciones a lo largo de su historia. Todos tienen ese derecho, lo que no podemos permitirle a nadie es que comprometa el esfuerzo de todos, el destino de nuestra gente y nos deje a los uruguayos a merced de blancos y colorados y de un futuro de nuevos fracasos.

Lo que nadie nos puede obligar es que confundamos una línea política, una estrategia con una enorme zanahoria que nos lleva directamente al precipicio. Discutamos en serio, como lo hicieron los sindicalistas, no porque llegaron a una lista única, sino porque demostraron tener claras las prioridades, y ese es el comienzo de cualquier línea política.

(*) Periodista, escritor, coordinador de Bitácora. Uruguay.

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